jueves, 14 de enero de 2010

recuperaciones

tiene usted un esguince común en el corazón.
¿se puede operar, doctor?
me temo que no.
es una cardiopatía grave desestabilizante, ¿verdad?
verdad.
¿no me recuperaré nunca?
claro que sí, hombre, con un poco de recuperación se recupera usted enseguida.
¿ah, si? ¿y el esguince?
los esguinces son jodidos. protéjase de los cambios de tiempo, abríguese de las inclemencias atmosféricas, cúbrase cuando caiga un chaparrón...
¿y el corazón?
ya sabe, ese no avisa, a no ser que tenga otro esguince, que entonces seguro que le avisa a usted.
¿puedo estar tranquilo, pues?
lo normal.
pues gracias doctor.
pues son cincuenta euros de nada.

jueves, 24 de diciembre de 2009

entonando la navidad

Pedro se levantó como todas las mañanas a la misma hora. Hoy le apetecía vestirse con un do, y con un mi, y con un si. En los pies se pondría un re y un sol, un fa como sombrero y un la en la mochila por si hacía frío. Cada mañana salía así de su casa, más o menos vestido, más o menos compuesto, con una melodía más o menos afinada que le acompañaba durante toooodo el día. A veces lo miraban por la calle porque claro, si se quitaba el fa y lo ponía en la motxilla junto con el la, a lo mejor el encontronazo provocaba la típica salida de tono. A pesar de todo, Pedro estaba bastante contento con sus vestimentas y los conjuntos melódicos que había conseguido después de tanto tiempo. Lo que pasa es que aquella mañana faltaba una nota en el armario. Compuso lo que pudo con las otras pero se sentía un poco perdido sin el sol. Él no sabía porqué pero aquel día fue un poco desastre. Se fue a dormir pensando que a lo mejor no había buscado bien en el armario, pero al día siguiente faltaba el fa. También se sentía un poco perdido sin el fa, pero siguió adelante, un poco desentonado, pero adelante, al fin y al cabo. Observaba la gente a su alrededor, que parecían tener sus melodías más harmoniosas que nunca. Reían, estaban contentos, también lloraban algunos pero sus melodías fluían más o menos. Cuando al día siguiente vio que faltaba el re se enfadó muchísimo con sus vestimentas; decidió que ya no le servían para componer ningún conjunto y salió a la calle sin ellas. Completamente desnudo, en silencio. Pero aquello tampoco le sirvió para sentirse más o menos bien. La verdad es que se sentía mal. Y en su armario, cada día seguía faltando una nota. Entonces se dedicó a escuchar las melodías de todos los que se cruzaban con él, y vio que a quien no le faltaba un do, le faltaba un mi, y a pesar de desafinar un poco o mucho, parecían la mar de contentos con aquellas melodías que habían compuesto. Así que Pedro, decidió que si el vecino podía llevar aquel gingelbels, gingelbgels con tanta dignidad, él no tenía porqué sentirse desafinado si aquel día, con lo que tenía en el armario, lo más que pudo lograr fuera un simple y vulgar fum-fum-fum compuesto en cualquier zara.

martes, 24 de noviembre de 2009

mi referendum

Hola, me llamo Luto (el Lute era otro), bueno, os escribo para deciros que hoy es mi puesta de largo. Cumplo dieciocho años y voy a estrenar mi mayoría de edad votando a favor de mi independencia. Sí, creo que ya estoy listo para hacer mi vida. La verdad es que he hecho siempre lo que me ha dado la gana, y los tres con que me tocó vivir se han comportado bastante bien conmigo, todo sea dicho. Cuando nací nadie me esperaba, me miraban con una cara espantosa, los pobres, qué susto se llevaron, pero aun siendo un mequetrefe, ocupé toda su vida. Cuando me hice un poco mayor me llegaron a odiar, incluso me quisieron echar de casa, es que tengo un carácter un poco complicado...sí, lo reconozco, ha habido momentos que me he puesto muy pesadito...les he estrujado las entrañas y les he retorcido el corazón...Durante un tiempo, les robé todas las lágrimas y todas las risas. Todo lo quería para mí (en eso me parezco al Lute). Pero bueno, el roce hace el cariño, dicen, y fueron pasando los días, y con los días vinieron los años, y nos fuimos acostumbrando, yo a ellos, ellos a mí. En fin, después de pensarlo mucho, y ahora que está tan de moda, he decidido convocarlos a un referendum para saber si desean mi independencia, así sabré cómo está el patio. Necesito solo dos votos, que así de entrada parece fácil, ¿no? Eso pensaba yo, pero no lo tengo tan claro... es que si esos tres se ponen de acuerdo, ni con un golpe de estado los hecho para atrás. ¿Y si votan que sí? Me sentiré muy mal y pensaré que ya no me quieren. ¿Y si votan que no? Entonces, los que se sentirán mal serán ellos y a lo mejor les diagnostican un síndrome de pekín (más grave que el de estocolmo, se entiende). Veo que es un tema delicado... ¿Se lo lo han planteado todo esto esos que convocan referendums como quien convoca un partidito con los colegas? Pues yo, casi que no voy a hacer nada. Ahora que esos tres me han aceptado tal como soy y yo a ellos, me quedaré así, tal cual, que total, ya que vine, pues me quedo. Que no estamos tan mal.

lunes, 26 de octubre de 2009

identitats

Estic contenta perquè avui estreno una nova faceta a la meva vida. No sé com m'anirà, la veritat, però la cosa promet. Resulta que avui m'han dit que sóc una llimona. Primer no m'ho he pres gaire bé, la veritat. Home, així d'entrada igual preferia ser una floreta, però es veu que la cosa no va del que tu prefereixis o no. Després de rumiar molt, he pensat, bueno, és simpàtica, la llimona, així grogueta, amb una punta al cap i una altra punta als peus, i calla, mira, si em tombo, tinc una punta a la dreta i una a l'esquerra. He decidit documentar-me en profunditat sobre la vida de les llimones. I jo no ho sabia, però, es veu que poden tenir fills, sí, sí, i el més sorprenent és que no tenen llimonets o llimonetes, no. Resulta que tenen minipimers! Carai, quina gràcia, no? Trobo que la natura s'ha passat tres pobles amb aquesta llei, però en fi, ella és així, què hi farem. A més, resulta que jo pertanyo a la classe de llimones perennes, i no perquè no caduqui, no, perquè es veu que sí, que m'arrugaré i em quedaré més seca que una llimona seca, sinó perquè es veu que les de la meva espècie sempre tenen suc. És punyetera l'espècie aquesta perquè de vegades sembla que ja no puguin donar més, però si els minipimers insisteixen, sempre aconsegueixen treure suc, encara que sigui una goteta. No sé, no goso preguntar-me de quina pasta estan fets aquests minipimers, que sembla que se'ls en refoti que el suc sigui tan àcid, però m'han dit que és ben bé així, que ells el que volen és suc, els hi és igual com sigui, però el volen tot. I ara vés per on, m'ha entrat la meva primera gran preocupació existencial. Sóc una llimona. Sóc una llimona perenne. Sóc una bona llimona perenne! I m'haig de comportar com a tal, així que demà, quan els minipimers es despertin i em vinguin amb les seves revolucions de tot per minut, els diré: d'acord, d'acord, el suc serà per vosaltres, però la pell me la quedo pel gintonic. Faltaria més.

viernes, 23 de octubre de 2009

silencios

El señor Run-Run entró en la consulta del médico:
--Usted dirá--le dijo el médico.
--Pues verá usted, vengo porque tengo un problema muy gordo. No sé qué hacer para que todo el mundo se calle.
--Por lo que veo hablan mucho...
--Pues sí. Hablan todo el rato y ya estoy harto de escuchar y escuchar y escuchar.
--¿Y a usted quién le escucha?
--¿Pues quién va a ser? ¡Yo! No me callo, todo el rato me hablo y me hablo.
--¿Y cuándo duerme?
--Me hablan los sueños.
--Entiendo.
--He probado la acupuntura y la homeopatia. También he probado las drogas ilegales. He probado la meditación y el yoga. Pero todavía fue peor.
--¿Ah, si?
--Claro. Me hablaban mis muertos, que si les hecho demasiado de menos, que si no les hecho de menos; me hablaba la profesora del colegio de mis hijos, que todavía no tengo. Me hablaba yo de pequeño. Fue horrible.
--¿Y cuándo lee? ¿O mira usted alguna película?
--Uy, las historias son las peores. No se callan jamás. Y cuando se acaban, siguen ahí, y hablan y hablan y me dicen y me dicen todo el tiempo. Son muy pesadas.
--Ya. ¿Y cuándo trabaja?
--Cuando trabajo, me habla lo que tengo que hacer, me habla lo que no he hecho, me habla lo que haré mañana y lo que tenía que haber hecho ayer.
--Comprendo. ¿Y por qué no me cuenta usted lo que le dice el mar?
--¿El mar?
--Claro. Seguro que el mar le ha contado cosas muy interesantes.
El señor Run-Run se quedó callado un rato pensando en qué momento el mar le había contado. No se acordaba.
--Bueno --siguió el médico-- venga usted la semana que viene y me explica lo que le ha dicho el mar, ¿si?
El señor Run-Run fue a la playa. Hacía mucho frío y no había nadie. Se sentó delante del mar. Y escuchó. Escuchó muy atentamente. Pero no oía nada. No puede ser, pensó. Se acercó a la orilla con las orejas y los ojos muy abiertos. Nada. Qué raro. A lo mejor tengo que entrar en el mar. Cogió una barquita y se fue mar adentro. Se bañó y escuchó el fondo del mar. Vio muchos peces pero tampoco le dijeron nada. El señor Run-Run fue al mar día y noche, durante mucho tiempo. Incluso se construyó una casita cerca de las olas, por si acaso le susurraban algo a media noche. Al final se enfadó mucho con él. Le tiró piedras, le insultó, pegó patadas a las olas, pero el mar seguía yendo y viniendo, y nunca le dijo nada. Al cabo de un tiempo, el señor Run-Run volvió al médico:
--Oiga, que el mar no me dice nada de nada.
--¿Ah, no?
--Pues, no. Se basta y se sobra consigo mismo. Como si yo no estuviera.
--Interesante.
--¿No me cree, verdad? Le digo en serio que el mar no dice nada. Él se lo guisa y él se lo come, es impresionante; se hace sus tormentas y su calma, se sube y se baja la marea cuando le da la gana... ¡incluso se riza las olas él solo!
El médico sonrió:
--Y el mundo, señor Run-Run, ¿se calló?
--Ah, a ese le he puesto una boia y le he dejado ahí, flotando.
--¿Ah, si?
--Si.
--¿Y está bien?
--Eso parece. No se queja.

miércoles, 21 de octubre de 2009

señores de la caixa,

me dirijo a ustedes como portavoz del colectivo Ideas. Yo y toda mi familia nos hemos sentido aludidas con su anuncio de microbank. Y como no hay teléfono de aludidos, hemos decidido escribirles esta carta con la voluntad de ayudarles a comprendernos un poco. En primer lugar, nos gustaría saber, ¿cómo saben ustedes lo de si somos grandes o pequeñas? Es sorprendente, y es que ¿saben qué pasa? yo se lo cuento. Resulta que las más grandes son las más perezosas. Sí, sí, tal como lo oyen. Esas no salen nunca de los cajones, y es más, han desarrollado la capacidad de convertirse en invisibles. No sé, la verdad, es que no lo acabamos de entender. Bueno, todo puede ser debido a una confusión. Claro, es que somos muchas, debe ser un lío aclararse con nosotras, ¿no? Hacemos que leer un libro o ver una película sea maravilloso. O no. Que comer un caramelo sea más fácil. O más difícil. Que se vendan más coches. O menos. Que se construyan urbanizaciones. O que se destruyan torres. Hombre, a estas alturas supongo que ya se han enterado de lo nuestro con Ambigüedad, ¿no? Ah, y no nos gusta ir dentro de carpetas, ¿eh? qué va, qué va, vamos muy incómodas ahí apretujadas... y por cierto, no entendemos un carajo de las letra pequeña que aparece al final de la pantalla de la tele. Y por favor, les exigimos que dejen en paz a los niños. Sepan ustedes que ellos ya saben que nosotras tenemos un nidito permanente en la cabeza de sus mamás. Hay un vínculo muy profundo entre ellos y nosotras, un vínculo que solo puede entender un niño y/o una idea, y por lo visto, ustedes no saben ni de lo uno, ni de lo otro. En fin, señores, supongo que no habrán entendido nada, ¿no? No esperaba menos de ustedes.

miércoles, 7 de octubre de 2009

uno de trenes

Un tren sale de la estación Dicho a las tres en punto. Si sabemos que circula por la vía Trecho* a cien quiloemociones por hora, ¿a qué hora llegará el tren a la estación Hecho?

*vale la pena recordar que la resistencia de las catenarias es de 1 millón de frágiles y que los socavones aparecen a un ritmo aproximado de una incertidumbre por segundo