lunes, 29 de noviembre de 2010

eh, tú, nube

tu gris no es el de los trajes elegantes,
ni el que sale por las chimeneas o los tubos de escape.
tu gris no és el del teclado de mi ordenador,
ni el de mi pulsera de plata.
tu gris no es el de los matices,
tú ya estabas antes que el blanco y el negro se mezclaran.
ese gris tuyo es tan grande como la nada,
y ocupa tanto como una lágrima,
pero si me lo prestas me pintaré un coche,
con llantas de aleación y faros de xenón,
brillantes como dos soles
o cinco goles.