lunes, 3 de agosto de 2009

a régimen

Un día, el señor Normal decide ir al médico. Sus vecinas le han empujado a hacerlo. Le han convencido que no puede ir así por la vida, como volando. Que luego pasa lo que pasa, le han dicho sus vecinas. Ellas no saben lo que pasa, pero pasa, esto sí lo saben. Y el señor Normal, no. Le han hecho creer que no se puede ir riendo de todo, con todo y de todo, con la que está cayendo. Ellas tampoco no saben qué cosa está cayendo, pero lo que sí saben es que la cosa cae. Y el señor Normal, no.
El médico le hace muchas preguntas, y asiente la cabeza con los ojos cerrados cuando él está hablando, y apunta cosas en un papel. Al cabo de mucho rato, el médico chasquea la lengua y le da el diagnóstico: inflamación de la imaginación. La cosa no es para tomársela a broma, le advierte. Pero que no se preocupe usted, señor Normal, hay un tratamiento muy efectivo. Tiene que poner a régimen a las expectativas, le dice. No las tiene usted que alimentar. El señor Normal escucha atentamente. Se ve que se te meten en el cerebro y hacen que la imaginación se active y reaccione. Se ve que la fisiología de la imaginación es así, que crece y crece sin parar, y que no entiende de límites, pero claro, el cerebro sí los tiene. Total, que se genera una presión ahí cuya consecuencia es que el enfermo tiene la sensación de estar volando. Ha habido casos, le cuenta el médico, que la imaginación se ha hinchado tanto como un globo y el enfermo se ha ido volando y no ha podido volver nunca más. Lo que tiene que hacer el señor Normal es comer realidad, le ha dicho el médico. Que lo siente mucho, el médico es muy comprensivo, que él sabe que cuesta pero que no hay otra. Y el señor Normal Preocupado cuelga la dieta en la puerta de la nevera. Realidad lunes. Realidad martes. Realidad miércoles. Y así todos los días. Al cabo de unas semanas, la imaginación del señor Normal Preocupado se ha desinflamado del todo. Y sus expectativas están rayando la anorexia. La vecinas están muy contentas con su evolución. Pero él no se siente bien y decide volver al médico. Le explica que le cuesta mucho caminar. Como si tuviera piedras en los pies. El médico le hace muchas preguntas, y asiente con la cabeza con los ojos cerrados cuando él habla, y apunta cosas en el mismo papel que lo otra vez. Al cabo de mucho rato, el médico chasquea la lengua y le da el diagnóstico: inflamación del aburrimiento. El señor Normal Preocupado Enfadado llega a su casa. No le han dado ningún papelito para colgar en la nevera. Mira por la ventana mucho rato, muy pensativo. Claro, se dice, luego pasa lo que pasa con la que está cayendo. Y se va a dormir sin saber qué pasa ni qué cae. Pero mucho más tranquilo.

5 comentarios:

Barbarella dijo...

Qué bueno!! Con la que está cayendo...menos mal que aún queda gente que inventa cuentos y los comparte!!
Un saludo.
B

Unknown dijo...

Ari...sense paraules m'has deixat...millor dit, només amb dues: IM PRESSIONANT..bones vacances! (vull veure l'àtic)

Lady Jones dijo...

¡Qué bueno sería con la que está cayendo que se nos inflamara la sonrisa y la alegría!
Un saludo.

Walden dijo...

Una sorpresa agradable encontrarme con tu blog.
Un saludo. Walden.

moi de tiana dijo...

gràcies ari